Por Elena Freedman, Bloque de Resistencia y Rebeldía Popular (El Salvador)
El fuerte tejido organizativo de los Territorios Campesinos Agroalimentarios (Tecam) es la llave de su poder. El Tecam del Piedemonte Araucano se rige por una Junta de Gobierno que es elegida en una Asamblea Popular donde participan las y los pobladores de las 10 veredas que conforman el Tecam y sus respectivas Juntas de Acción Comunal. Las tareas de la Junta Directiva consisten en dirigir la implementación del Plan de Vida y las normas de convivencia o pautas para resolver conflictos.
Pero, dentro del territorio hay otras figuras organizativas, cada una con una función concreta. Las organizaciones productivas son básicas, puesto que la columna vertebral del Tecam se cimenta en la producción de leche, carne, queso, miel, cacao, maíz, yuca, plátano, caña y cítricos. Willinton Daza, miembro de la Junta de Gobierno explica que “nuestras semillas son del mismo territorio porque las semillas transgénicas chocan con lo que necesita la población. Se nos ha formado en cómo manejar lo orgánico y para aprender qué insumos son aptos para no volver a meter venenos que contaminan la tierra y la gente”.
La organización productiva más antigua en este Tecam es la Cooperativa San José Obrero. Ella tiene sus antecedentes en la recuperación de tierras que se hizo en la vereda del mismo nombre en el año 1966. La cooperativa fue legalizada en la primera década del siglo XXI, pero su proceso de consolidación organizativa y productiva lleva un recorrido de casi 60 años.
Algunas tierras son cultivadas colectivamente, así también se maneja un hato ganadero cuyas ganancias nutren el fondo de la cooperativa para gastos sociales. Se realiza venta colectiva de leche para que las y los productores no sean afectados por los intermediarios. Un grupo de socios maneja un trapiche colectivo y produce miel para sus familias. Y la planta productora de lácteos (Asprolas) procesa el queso doble crema que se vende a nivel local, regional y hasta en Bogotá (a 548 kilómetros de distancia).
A nivel social, cada vereda cuenta con su Junta de Acción Comunal pero también se siente la presencia de la Asociación Amanecer de Mujeres por Arauca (Amar), la Asociación Nacional Campesina José Antonio Galán Zorro (Asonalca) y de la Asociación Juvenil y Estudiantil Regional (Asojer).
En la resolución de necesidades sociales, la Empresa Comunitaria de Acueducto, Alcantarillado y Aseo Urbano y Rural del Municipio de Fortul (Emcoaaafor) tiene una importancia particular. Provee el agua a la población de todo el municipio, tanto rural como urbana. En la ciudad, el agua es potable y se complementa con servicios de alcantarillados y aseo, ya que el gobierno municipal no fue capaz de administrar estos servicios. La empresa ha recibido reconocimientos nacionales por la calidad del agua que provee.
Juan Evangelista Rocha, director de la empresa, reflexiona que esta nació dentro del Plan de Vida para el área de salud preventiva. “Es muy importante en torno a la defensa ambiental, la defensa del agua, en torno a la soberanía alimentaria y, en general, en torno a la defensa del Territorio Campesino Agroalimentario”.
Su estructura organizativa, más que empresarial, es una fiel representación de las fuerzas organizadas en la zona, lo que le convierte en una vitrina para el concepto de gestión popular. Rocha también cuenta que “nuestra empresa se conforma por 115 delegados. Hay delegados por las Juntas de Acción Comunal, Juntas de Acción Barrial y de organizaciones sociales como el Movimiento Político de Masas Social y Popular de Centro Oriente. Las organizaciones de carácter barrial o veredal tienen dos delegados, cada una. Y las organizaciones sociales de carácter municipal tienen cuatro. Ahí se incluye la Asociación de Juntas Comunales (Asojuntas), Asonalca, Asojer, Amar y el Comité de Ganaderos, entre otras. La asamblea traza metas a corto, mediano y largo plazo, y la Junta Directiva planifica e implementa estas metas”.
Además, existe una relación mancomunada con el pueblo U’wa, ya que la bocatoma del acueducto está en el resguardo indígena “Cibariza” y miembros de esta comunidad trabajan en la empresa y representan a la comunidad en la asamblea de socios.
Ángel Miguel Cefetano, integrante de la reserva indígena y también de Emcoaaafor, da cuenta de la importancia de la empresa para su pueblo: “Esta empresa es comunitaria y nunca será privada. Ninguna empresa de acueductos debe ser privada porque los privados se aprovechan de la nobleza de los indígenas y los campesinos que lucharon y trabajaron por esto. Con el esfuerzo de la comunidad, tenemos nuestros acueductos y nuestra planta de tratamiento y va creciendo. No necesitamos que venga el gobierno a privatizar lo que fue hecho con nuestro sudor”.
La gestión popular de la empresa permite que sus excedentes estén a la orden de la movilización social que realizan las y los pobladores para exigir sus derechos y contribuir a empujar las transformaciones de carácter estructural que necesita el país. Rocha ejemplifica: “sembramos plátano con el fondo de los excedentes y a la hora de las movilizaciones la gente no pasa hambre porque tiene plátano. Además, hay compañeros que llegan a una edad donde necesitan que le apalanquemos con cualquier cosa”. Esta es parte de la función social y política de la empresa.
Finalmente, la Guardia Interétnica Campesina y Popular, cuyos miembros son de la misma población, responde también al Plan de Vida. Sus tareas están enmarcadas en asegurar la defensa de la vida y la permanencia en el territorio. Armados solamente con un chaleco distintivo y un bastón de mando, se dedican a la seguridad de las y los habitantes, actividades de pedagogía y la defensa de los Derechos Humanos. Juegan un papel importante en la resistencia a los atropellos de las fuerzas públicas y los paramilitares. Acompañan a las actividades comunitarias y la movilización social, pero sus tareas de protección se extienden a las otras especies que habitan el territorio, convirtiéndose en un tipo de veeduría ambiental.
La Guardia Interétnica Campesina y Popular constituye una fuerza con especial autoridad en la comunidad, legitimada por sus actitudes de humildad y entrega, su disciplina y su trabajo voluntario en cumplimiento del Plan de Vida.
Trinchera de Poder Popular
El Tecam del PiedeMonte Araucano combina una serie de elementos que lo destacan como una trinchera de la construcción de Poder Popular. En primer lugar, es un poder que permite “disputar, planear y controlar territorios”, criterio básico para el doble poder, según Marcelo Caruso, estudioso de los procesos populares.
Pero más allá de esto, plantea Caruso, es menester la existencia de una estructura que está proyectándose a un horizonte político estratégico. Así como la articulación a nivel local y regional, con concordancia con la articulación nacional e internacional, donde los hilos del poder hegemónico se entrelazan y se tejen (Caruso, A Contraluz, 2019).
En este sentido, la articulación y pertenencia del Tecam y sus organizaciones locales con las regionales es esencial. También lo es su participación en las organizaciones populares nacionales como el Coordinador Nacional Agrario y el Congreso de los Pueblos, que simultáneamente participan en esfuerzos anticapitalistas internacionales como la Vía Campesina y Territorios Latinoamericanos en Resistencia.
La construcción del Poder Popular es un proceso multidimensional. Ser trinchera, para las y los araucanos, implica tener un lugar privilegiado y consciente en la lucha de clases. Desde esta trinchera, tejiendo diálogos con sus semejantes y neutralizando aquellas expresiones que oprimen y explotan, el Tecam del Piedemonte Araucano pone su grano de maíz en una lucha que va más allá de su territorio y más allá de las fronteras nacionales, para normalizar relaciones sociales justas e igualitarias que pueden parir una vida digna en nuestro planeta.
En el llano de Colombia, 1.350 familias agrupadas en el Territorio Campesino Agroalimentario (Tecam) del Piedemonte Araucano, manejan un territorio que comprende 10.972 hectáreas, desde su conformación el 16 de noviembre del 2017. Jorge López Ardila, miembro de la Junta Nacional del Coordinador Nacional Agrario (CNA), reflexiona: “Para nosotros, la territorialidad es nuestra capacidad de decidir qué hacer, cómo hacer, para quienes hacer, cómo ordenar nuestro territorio… todo esto es parte de una propuesta de Poder Popular campesino… El Poder Popular es avanzar como clases populares en nuestra articulación para dar soluciones colectivas a los problemas de nuestro país”.
¿Para qué y para quiénes se lucha?
Norma Camacho Villamil, tesorera de la Junta de Gobierno, cuenta que la declaración del Tecam es un esfuerzo de construir relaciones sociales diferentes a las establecidas bajo las condiciones económicas de producción y consumo del sistema capitalista.
“En 1972, el movimiento campesino hizo una gran movilización al municipio de Saravena, con una exigencia al Gobierno central: pedía agua potable y saneamiento básico, puestos de salud, educación, vivienda y también medios de comunicación porque estábamos incomunicados en la región. Y el respeto al derecho a la vida y la defensa de nuestro territorio”.
“A partir de estas exigencias venimos construyendo nuestro plan de vida”, recuerda Juan Evangelista Rocha, representante legal de la Empresa Comunitaria de Acueductos, Alcantarillados y Aseo Urbano y Rural del Municipio de Fortul (Emcoaaafor), ente incorporado en el Tecam del Piedemonte Araucano.
El Plan de Vida —columna vertebral de los Tecam— se elabora colectivamente dentro del Movimiento Político de Masas Social y Popular del Centro Oriente de Colombia y responde a las necesidades específicas de la población y la naturaleza en el territorio. Incluye propuestas de vida digna en áreas como la salud, la educación, la producción y la defensa del territorio. Ahí están plasmadas las metas para cada sector social y cómo deben implementarse de manera articulada.
Piedemonte Araucano es uno de cuatro Territorios Campesinos Agroalimentarios en Arauca y de los ocho que hasta hoy existen en todo el país. Los Tecam son una piedra angular en la propuesta de Reforma Agraria, Integral y Popular del Coordinador Nacional Agrario (CNA). Indudablemente, tiene en su centro la apuesta por mejorar la calidad de vida de las y los campesinos que viven en el territorio. Pero también buscan contribuir a erradicar el hambre y la malnutrición en el país. Esto significa que, más allá de una propuesta localista, el Tecam busca ser un aporte a los sectores populares colombianos, tanto en la ciudad como en el campo.
¿Contra qué y contra quiénes se lucha?
La mayoría de Territorios Campesinos Agroalimentarios en el país ha nacido en el contexto de la defensa del territorio ante una amenaza concreta. “En esta zona, tiene que ver con la pelea contra el extractivismo petrolero”, explica López Ardila, del CNA. La transnacional Occidental Petroleum Corporation (OXY) inició el extractivismo petrolero con el proyecto Caño Limón en las en las cercanías de Arauquita en 1983, despojando a más de 150 familias.
Según la investigadora Tatiana Roa Avendaño (Petropress, CEDIB, 2011), “la Laguna de Lipa en el Departamento de Arauca, considerada santuario del espacio cósmico y centro de reproducción cultural y espiritual de los Guahibos y demás pueblos vecinos, fue destruida. Tenía una extensión de 100 mil hectáreas y estaba rodeada de un bosque de galería de 715 mil hectáreas de selva húmeda tropical que pertenecía a la reserva forestal y ecológica del Sarare. La Laguna cubría canales, áreas inundables y esteros, que contaban con una gran diversidad de fauna acuática y terrestre, inmensidad de aves y especies de árboles. Los araucanos y los pueblos indígenas tenían en ella la mayor fuente alimenticia dada su gran riqueza natural. Todo esto se perdió con el desarrollo petrolero”.
La lucha organizada y la lucha jurídica permitieron que 99 de esas 150 familias volvieran a sus tierras en 2013. Hasta hoy, han resistido a cuatro intentos de desalojo, ataques químicos a sus cultivos y varias destrucciones de sus viviendas.
En Colombia existe una fórmula casi matemática donde el extractivismo va de la mano con el militarismo y el paramilitarismo, para defender los intereses de las transnacionales. Juan Rocha recuerda la época cuando, dentro de su estrategia contrainsurgente, el entonces presidente Álvaro Uribe declaró a Arauca como una “zona de rehabilitación y consolidación”, lo que justificó la captura de decenas de dirigentes sociales. “Uribe estableció las zonas de rehabilitación en Arauca y esto sirvió para meternos a la cárcel (…). ¿Cómo es posible que una persona sin mente, sin corazón, va a venir a quitarnos un trabajo que nos ha costado toda la vida? Es demente esto. No puede seguir el paramilitarismo aquí”.
Los habitantes del Piedemonte Araucano, en su declaración y práctica de soberanía alimentaria, también luchan contra las transnacionales productoras de agrotóxicos.
López Ardila puntualiza que “se trata de que dejamos de depender de la matriz de producción agrotóxica, de semillas transgénicas, buscando la aplicación de la matriz agroecológica”. Esto significa que ni los productos de Monsanto ni los productos de Monómeros son bienvenidos en el Territorio Campesino Agroalimentario.
* Este reportaje hace parte de los productos comunicativos que resultaron de la primera sesión de la Escuela Nacional de Comunicaciones, convocada y organizada por el Congreso de los Pueblos y el Coordinador Nacional Agrario.Fue publicado originalmente en los números de Agosto y Octubre del 2023, de la Revista La Cosecha.