Colombia no es ajena a la práctica politiquera que, entre otras idioteces, son las formas de convencer al público o, por lo menos, de distinguirse de los antecesores y contrincantes: usando frases, eslóganes que resumen la intención supuesta, que recoge la realidad de los pueblos.

Cada encargado de turno para “gobernar” el país, trae un eslogan que refleja lo que no se hará con los pueblos, en el periodo que le asigna la burguesía, no los votantes. Y esto se puede comprobar en lo más reciente. Frases como “Bienvenidos al Futuro”, “La Paz y el Progreso Social”, “La Revolución Pacífica”, “Todos Por Un Nuevo País” y “Colombia: Potencia Mundial de la Vida”, entre otras, generalmente se lanzan pensando en el círculo de elites que seguirá acomodándose en el Estado y desangrando el erario público.

Lo anterior, lo afirmamos para entender que nuestro país no cambia. Si ha habido algunas mejoras, son apenas lógicas de una deuda histórica, no son victorias. Escasamente nos aproxima, en mínimos casos, a las bases de unos cambios que siguen relegados. Los hechos más recientes que nos llevan a tener esta lectura han sido los contextos y las respuestas del Estado en el Catatumbo, el Sur de Bolívar, Arauca y Cauca, entre otros.

Las clases políticas en el poder, niegan la connivencia de la fuerza pública con el paramilitarismo. Tienen razón. No es una relación, es parte de un plan de Estado para frenar la organización popular. Y esto queda nuevamente demostrado con la captura de un oficial activo del ejército en Arauca esta semana que estaba obrando como paramilitar.

Aunque el Gobierno reniega y condena los actos criminales de Israel contra Palestina, le sigue vendiendo carbón. Aunque el Gobierno desafía a Estados Unidos, le entrega las Gorgonas y la Amazonía. Aunque reprueba la injerencia en otros países, exige actas a Venezuela. Detesta la guerra, pero se abandona la participación del pueblo en la resolución de las causas que la originan. Insulta al capitalismo por ser el mal mayor de la crisis social, política y económica; pero se abandonan las alianzas con el pueblo para enfrentar el modelo.

En los últimos días, hemos sido testigos de cómo el Gobierno ondea la bandera de una verdadera Reforma Agraria Integral y Popular que resuelva la inequidad de la tierra, pero agrede a las y los campesinos que recuperan las tierras de las garras del capitalismo.

Ante este último hecho de violencia del Estado contra campesinos en Cajibío (Cauca) –donde se desalojó al campesinado mediante un instrumento de represión al que le cambiaron las siglas pero no el oficio– y los acontecidos en otras zonas del país, responsabilizamos al Gobierno nacional y denunciamos ante la comunidad nacional e internacional, que Colombia está públicamente defendiendo al capitalismo, que tanto odia en las tarimas, y se puso en contra del campesinado.

COORDINADOR NACIONAL AGRARIO (CNA)
COMITÉ EJECUTIVO NACIONAL

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